viernes, 8 de marzo de 2013

ALERGIAS

Tengo alergia a las despedidas.
Al olor de la hipocresía, las faltas de ortografía, la gente que va por encima sin sumergirse en sus dudas, sin mareas, sin estaciones...
El viento fuerte que aturde y traspasa.
Los días cabizbajos, semiasotanados, sin luz ni serotonina.
La demagogia, los parlanchines sin sustancia, las escaleras resbaladizas que llevan a ninguna parte.
El quejido prolongado por lo que sea, las críticas sin remite, la herrumbre de la idea fija, sorda, sin ventilar.
La risa del irrespetuoso, con su nuez vacía y podrida, y los ojos carentes de años.
El que adora lo que otros odian aunque cada día se vaya a dormir con arcadas.
Los discos rallados en planes imposibles, la muda imposibilidad de algunos planes...
La ceniza sin ave fénix. La nada. El vacío. La muerte.
La presunción de inocencia con manos manchadas de sangre, la exaltación del déspota, el orgullo de madre de un desgraciado.
La vida en cinemascope. El radioadicto sin dial. Las adicciones en general, desdicha del personal, en general adictivo...
La ausencia de palabras.
Las casas sin libros, los libros sin casa, la gente sin casa ni libros...
Los pioneros de la mentira. Los mentirosos que se creen pioneros.
El odio abundante y contagioso. Odiar por odiar, sin parar.
Las obras sin arte. La cara dura de algunos artistas de la dura cara.
Los sentimientos quebradizos, el olvido de los fuertes lazos, la pérdida de rumbo.
Los gusanos de alguna manzana. Y alguna manzana sin gusanos, aunque envenenada hasta la semilla.
Y así podría seguir hasta que me salgan callos en los dedos.
...
Por suerte, tengo en el alma un almacén lleno de antihistamínicos...




Un diente de león, o "dandelion" en La Zenia, ambos dos, antihistamínicos de lo más efectivo.