domingo, 19 de marzo de 2023

19 de marzo.

         Seguro que en algún recóndito lugar de este extraño mundo hay algún ser aún más extraño al que no le gustan las croquetas. A pesar de este hecho tan 'de Expediente X', la señora croqueta  tiene su día: el 16 de enero. También celebraremos el día del libro el mes que viene incluso cuando hay, por desgracia, un buen número  cada vez más  elevado de personas ajenas al placer de la lectura. Y dudo que éstas se sientan ofendidas por los que nos regalamos anualmente letras y rosas ese día. Aunque igual sí, porque sentirse ofendido está cada vez más 'de moda'. 


      Hay "días de..." de muchas clases. Están los conmemorativos, como el día de nuestro cumpleaños que, según la cifra nos hace más o menos gracia, ya que no es lo mismo cumplir 5 con corona y chuches en el parque de bolas, que 45 (me faltan unos meses) y que te regalen tu primera crema antiarrugas. Eso está claro, aunque no encuentro ocasión mejor para celebrar que el hecho de estar vivo, un año más, cada año.  Es similar a la nostalgia agridulce y dichosa que sentimos a las doce de la noche del 31 de diciembre, cuando cerramos la agenda  y decimos ¡Feliz año nuevo! con sonrisa de estreno,  agradeciendo estar otra vez ahí a pesar de que muchos no pueden brindar ya con nosotros. 


      Luego están los 'días de...' reivindicativos. Los que se fijan en el calendario para dar visibilidad a muchas y diversas batallas.

       ¡Y me parece genial, oiga! 

     Hay días en que se nos recuerda la necesidad de invertir en investigación para erradicar y aliviar el sufrimiento del que padece alguna enfermedad o simplemente hacer ver que ahí están, ya que, como decía la tía Lola "Cada uno tiene lo suyo". Y lo mío es importante, aunque no sea 'lo tuyo'. Porque "celebrar" viene del adjetivo latino 'celeber' que significa concurrido, numeroso, abundante y se anteponía a 'desertus' (desierto, abandonado). Y es que celebrar nos hace sentir parte de un todo, de un grupo, de una comunidad solidaria con lo que compartimos y a menudo con aquello que nos diferencia. Celebramos el día de los derechos del niño, el día de la mujer, el de los animales, el de la música o el de la danza, el día mundial de los océanos, el de los museos... y hasta el día de Star Wars. Sí. El 4 de mayo, por aquello de "May the *fourth* ... 😂... be with you.  Pero hoy no es 4 de mayo aunque Darth Vader pronunciara aquella mítica frase. "Yo soy tu padre".


        Hoy es 19 de marzo. Y sé que hay familias de todo tipo y que algunos niños (y algunos adultos) no tienen padre. Algunos sí lo tuvieron y les apetece recordarlos con cariño y respeto.  También sé que no todos los padres son buenos padres (que se lo digan a Luke Skywalker). Ojalá fuera así. Ojalá todas las personas fueran buenas personas y así sí que  tendría sentido la existencia del día mundial de la Paz.   


       Pero hoy no es el día mundial de la paz. Ni el de Star Wars. No es el día del manga, ni el del maestro, ni el de la Región de Murcia. No es el día de los Reyes Magos, ni el de la Hispanidad ni el de la Constitución. No es el año nuevo chino, no es Hannukah, ni el día de las fuerzas armadas. Y por supuesto, hoy no es el "día de la persona especial". Hoy es 19 de marzo y es el "día del padre". 


       Yo tengo la gran suerte de poder decirle al mío 'Feliz día, papá'. Este año no tengo corbata, ni collar de macarrones ni cenicero de barro. No tengo nada que puedas desenvolver. Pero lo hago como mejor sé: con mis palabras. Celebrando ser tu hija. Celebrando que eres mi padre y que, en mi cuarta década sigues dándome la mano al otro lado de la farola para a continuación añadir... "¡Hola, cuánto tiempo sin verte!". Porque me sigues solucionando muchas dudas existenciales con un simple abrazo virtual de buenos días, cada mañana a las 8:00 a través del WhatsApp. Porque, además de ser un padre excepcional,  eres un abuelo cariñoso y atento. Mil gracias, papá, por tanto. Por tantas razones que he descrito mil veces en otras ocasiones y por todas las que se añaden día tras día, año tras año.  Felicidades, papá. Te quiero. 


      Y a ti, que no eres mi padre pero sí el de nuestra hija. A ti, que fuiste el primero en cogerla en brazos, piel con piel,  mientras yo esperaba a que me cosieran de lado a lado y me subieran a planta. Cuando finalmente lo hicieron y te encontré con aquel gorro que apenas podía contener tus rizos de plata y aquella pequeña gran  nueva vida en tus brazos me di cuenta de que tu mirada había cambiado para siempre... De golpe y porrazo te habías convertido en padre. Y es que tus ojos son aún más bonitos cuando la miras a ella.  A ti, que eres capaz de caminar en la orilla de su mano dejando de lado las mejores olas. A ti, que te he oído cantar nanas y te he visto dibujar en dos minutos magníficos mapas del tesoro, arquitecto de guaridas tras el sofá del salón, conductor suicida de triciclos por el pasillo de casa, fabricante de tarros de cosquillas, paciente instructor de vuelo de sueños... Feliz día del padre.


        Y feliz día a los hombres buenos,  a los padres magníficos que me encuentro cada día en la puerta del cole, en el supermercado, en el parque o en las salas de espera de urgencias. A todos aquellos que hacen de este mundo un mundo mejor. A los que hacen que merezca la pena seguir celebrando y mucho su día. Vuestro día. Felicidades a todos, de corazón. 


Camino Alcaraz.









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