jueves, 29 de marzo de 2012

PROHIBIDO PROHIBIR

No lo entiendo. Por muchas vueltas que le de en mi cabeza, sigo sin entenderlo. ¿No dicen que la huelga es un "derecho"? Entonces ¿Por qué esas barricadas, los piquetes informativos, los contenedores quemados, las agresiones a los ciudadanos de a pie? ¿Por qué quiero sacar dinero del cajero y me lo encuentro empapelado? ¿Por qué el pobre peluquero de la esquina se ha encontrado esta mañana el candado de su comercio inutilizado?

Yo también tengo mi derecho, ¿no es cierto? Y tengo derecho a poder caminar sin que se me increpe "¿A dónde vas?" Tengo derecho a coger un taxi o un autobús para desplazarme donde me plazca. Porque entiendo que taxistas y conductores de autobuses quieran adherirse a su derecho a huelga. Lo que no entiendo es por qué muchos otros taxistas y conductores (por citar sólo dos ejemplos) no han acudido a su trabajo por miedo a sufrir daños materiales o personales de diversa consideración...

Si se respetara el derecho a NO hacer huelga, se podría hablar entonces de cifras reales, del número de personas que verdaderamente han ejercido su derecho (de lo más respetable) de hacer huelga hoy. ¿Cuánto nos costará esta huelga? ¿Cuánto habrá que invertir para sustituir todo ese mobiliario urbano estropeado? ¿Cuántos pequeños comerciantes y negocios familiares NECESITAN, así, con mayúsculas, el dinero que han dejado de percibir hoy por verse obligados a cerrar, temerosos de sufrir peores consecuencias?

Sinceramente, no lo entiendo. Y me da pena, mucha pena, darme cuenta de que aunque sean pocos, todavía queda gente anclada en el siglo XIX, o peor aún, gente que sigue viviendo en las cavernas. Y que conste que no me refiero a los huelguistas, sino a aquellos que aprovechan las huelgas para practicar vandalismo, para insultar y dejar salir todo lo malo que llevan dentro. Una pena.



(Foto: Bloomsbury, Londres, septiembre de 2011)

miércoles, 21 de marzo de 2012

LA PRIMAVERA Y EL MONSTRUO DEL LAGO "ILLNESS"



La primavera ha venido. Pero yo sí sé "cómo ha sido": Como cada año.

 Los cambios estacionales suelen ser difíciles y a menudo necesitamos un periodo de adaptación que unas veces suele ser más largo que otras. Hay quien no soporta esas etapas intermedias y lo pasa realmente mal. A mí, sin embargo, me encantan los cambios y las transiciones. De hecho, los necesito. Aunque vengan acompañados de "problemillas" y dolores; de esos "monstruos" contra los que debemos luchar hasta la extenuación.

Dicen que la primavera "la sangre altera" y no siempre para bien. Por suerte, somos más fuertes de lo que pensamos aunque se nos olvida o no lo sabemos y nos gusta quejarnos, llorar un poco y que nos mimen. Así es el ser humano.

Lo malo es cuando no hemos tenido o no tenemos o incluso tenemos la sensación (equivocada) de que no tenemos a alguien que nos cuide. Pero ¿y nosotros mismos? Si no sabemos sacar la fuerza que todos tenemos en nuestro interior para luchar por nosotros ¿cómo podemos sentarnos a esperar que la solución esté en los demás?

Primero empieza por adoptar una actitud positiva y deja que te cuiden pero cuídate tú primero y lucha ¡No dejes de luchar! Porque todos podemos ser héroes (Bowie dixit) y la sonrisa es nuestra mejor espada y nuestro mejor escudo.

Tengo en mi mente a unos cuantos que necesitan una bonita sonrisa en este inicio primaveral. Estas líneas van dirigidas a todos ellos. Ánimo, y que la sangre se altere... pero siempre sonriendo. La felicidad empieza cuando aprendemos a reírnos de nosotros mismos. Ríe y sé feliz.. aunque vislumbres entre las aguas la silueta del monstruo del lago "ILLNESS".

:D

Flor de almendro (campo de Cartagena)

lunes, 12 de marzo de 2012

ME GUSTARÍA QUE LA VIDA OLIESE A CAFÉ


Mamá, ¡cuánto te echo de menos! Hace un rato recordaba aquella frase que tanto os hizo reír a Abueli y a ti, cuando una tarde (podría ser Noviembre, a principios de los 80) entrasteis en la cocina y me pillasteis con la nariz metida en el tarro de café molido que suele haber en el armario.

-"¡Mmmmmmmmm! Me gustaría que la vida oliese a café... "

Y es que me encanta el olor del café antes de prepararlo. Es uno de mis aromas preferidos a pesar de no gustarme el café en sí.

Suelo presumir de memoria fotográfica pero a menudo olvido las cosas más importantes y sin embargo recuerdo aquellas otras a las que yo doy mayor importancia:

Las nimiedades, las imágenes cotidianas... esas escenas que suelen eliminar de los largometrajes para incluirlas más tarde en el dvd "edición coleccionista".

Por eso aquella "ocurrencia infantil" aún perdura en mi mente y en mi recuerdo y ahora soy yo la que río pensando en esa otra "yo" del pasado diciendo... aquella tontería.

Tontería o no... no parece una mala idea. La vida debería tener un olor que cautivara, un bonito aroma, como el de café recién molido o el de la tierra después de la lluvia, el de la higuera rebosante de frutos o las tímidas violetas que ahora están sobre mi mesa...

¿A qué os gustaría que oliese vuestra vida?

viernes, 9 de marzo de 2012

AZUL


Y mientras espero la inspiración, os dejo uno de los últimos poemas que escribí, hace años.




No es azul mi mar de dudas
ni el cielo en que tú resides.
Ni los ríos que en tus venas
fluyen raudos y salvajes.
No hay azul en tu mirar
ni en mis ojos al mirarte.
Y sin embargo, de azul,
vestí el alma al recibirte.
Azul, que tiñe de azul
mi eterno azul, el de siempre.
Ni añil, celeste o turquesa.
De entre todos los azul...
el azul que me interesa,
mi azul nuevo...
... es "azul TÚ"

(El mágico azul mediterráneo, entre La Zenia y Cala Capitán, en octubre de 2010)

miércoles, 7 de marzo de 2012

Solía escribir...

Solía escribir. Cartas. Cientos de ellas. Mi buzón estaba siempre lleno de trocitos de corazón de diversas procedencias. Las palabras eran amigas y las amigas eran palabras. Solía escribir consejos, dudas, ilusiones, sueños, bagatelas, verdades eternas...

Solía escribir. Diarios. Caligrafía cambiante de niña, de adolescente, de mujer atormentada, de ave fénix renovada. Cuadernos y más cuadernos, últimamente incompletos. Biografías de años pasados, de amores ya olvidados... escalones superados.

Solía escribir. Cuentos. Novelas inconclusas, cuya banda sonora eran las teclas de esa olivetti gris oxidada que un día llegó de la oficina de mi padre a casa.

Solía escribir. Poemas. Pedazos del alma en carne viva, orgullo de mis entrañas. Mis días rimaban formando sonetos que me desvelaban y me arrancaban sonrisas entre lágrimas como las de una madre que observa a su pequeño recién nacido. Las musas me visitaban sin avisar, en mitad de una tediosa lección en junio, con una tormenta otoñal, después de una lectura apasionante o en un trayecto de tren hacia ninguna parte.

Solía escribir. Canciones. Ñoñerías a duo con amigas de ayer y de siempre. Y otras modestamente mejores, que mi guitarra solía chivarme en los oídos.

Pero desde que soy tan feliz, me cuesta escribir. Y quiero. Quiero escribir cartas, diarios, cuentos, novelas, poemas y canciones. Porque la pluma, el lápiz, el bolígrafo, mi vieja olivetti o esta versión más nueva de ahora bajo mis dedos, son el mejor complemento de mi vestido. Porque mi estampado siempre de moda es el de las palabras, frases, versos, párrafos... Porque "solía escribir" y necesito hacerlo de nuevo.



(Fragmento de "El árbol mágico", uno de mis cuentos de niña que aún conservo)